Anaconda, стр. 35

– Ni uno. Esto lo sabe todo Los Angeles. He quedado aturdido.

– No se aflija -me ha respondido-. ?Usted cree que no ha habido antes que usted mozalbetes con mejor fortuna que la suya alrededor de Dolly? Cuando pretenda otra vez ser millonario -para divorciarse de Dolly, por ejemplo-, suprima las informaciones telegraficas. Mal negociante, Grant.

Pero una sola cosa me ha inquietado.

– ?Por que dice que me voy a divorciar de Dolly?

– ?Usted? Jamas. Ella vale dos o tres Grant, y usted tiene mas suerte ante los ojos de ella de la que se merece. Aproveche.

– ?Deme un abrazo, Burns!

– Gracias. ?Y usted que hace ahora, sin un centavo? Dolly no le va a copiar sus informes del ministerio.

Me he quedado mirandolo.

– Si usted fuera otro, le aconsejaria que se contratara con Stowell y Chaney. Con menos caracter y menos ojos que los suyos, otros han ido lejos. Pero usted no sirve.

– ?Entonces?

– Ponga en orden el film que ha hecho con Dolly; tal cual, reforzando la escena del bar. El final ya lo tienen pronto. Le dare la sugestion de otras escenas, y propongaselo a la Blue Bird. ?El pago? No se; pero le alcanzara para un paseo por Buenos Aires con Dolly, siempre que jure devolvernosla para la proxima temporada. O'Mara lo mataria.

– ?Quien?

– El director. Ahora dejeme banar. ?Cuando se casa?

– Enseguida.

– Bien hecho. Hasta luego. Y mientras yo salia apurado:

– ?Vuelve otra vez con ella? Digale que me guarde el numero de su ilustracion. Es un buen documento.

Pero esto es un sueno. Punto por punto, como acabo de contarlo, lo he sonado. No me queda sino para el resto de mis dias su profunda emocion, y el pobre paliativo de remitir a Dolly el relato -como lo hare en seguida-, con esta dedicatoria:

"A la senora Dorothy Phillips, rogandole perdone las impertinencias de este sueno, muy dulce para el autor".