Pideme lo que quieras, ahora y siempre, стр. 77

—Y eso ?a que viene ahora?

Con la mirada clavada en mi, dice cambiando el tono de su voz:

—A que ahora podras besar a quien te venga en gana.

—Tu tambien lo podras hacer. Espero que juegues mucho.

—No dudes que lo hare —puntualiza con una fria sonrisa.

Nos miramos, y cuando no puedo mas, salgo de la habitacion sin despedirme de el. No puedo. No salen las palabras de mi boca. Bajo la escalera a todo gas, y llego a mi cuartito. Cierro la puerta, y entonces, solo entonces, me permito maldecir.

Esa noche, cuando todo esta empaquetado, le indico a Simona que un camion ira a las seis de la manana para llevarlo todo al aeropuerto. Veinte cajas llegaron de Madrid. Veinte regresan. Con tristeza cojo un sobre para hacer lo ultimo que tengo que hacer en esa casa. Con un boligrafo, en la mitad del sobre escribo «Eric». Despues, cojo un trozo de papel y tras pensar que poner, simplemente anoto: «Adios y cuidate». Mejor algo impersonal.

Cuando suelto el boligrafo, me miro la mano. Me tiembla. Me quito el precioso anillo que ya le devolvi otra vez y, temblorosa, leo lo que pone en su interior: «Pideme lo que quieras, ahora y siempre».

Cierro los ojos.

El ahora y siempre no ha podido ser posible.

Aprieto el anillo en la mano y finalmente, con el corazon partido, lo meto en el sobre. Suena mi movil. Es Sonia. Esta preocupada esperandome en su casa. Dormire alli mi ultima noche en Munich. No puedo ni quiero dormir bajo el mismo techo que Eric. Cuando llego al garaje y saco la moto, Norbert y Simona se acercan a mi. Con una prefabricada sonrisa, los abrazo a los dos y le doy a Simona el sobre con el anillo para que se lo entregue a Eric. La mujer solloza y Norbert intenta consolarla. Mi marcha los entristece. Me han cogido tanto carino como yo a ellos.

—Simona —intento bromear—, en unos dias te llamo y me dices como sigue «Locura esmeralda», ?de acuerdo?

La mujer cabecea, intenta sonreir, pero lloriquea mas. Le doy un ultimo beso y me dispongo a marchar cuando al levantar la vista veo que Eric nos observa desde la ventana de nuestra habitacion. Lo miro. Me mira. Dios..., como le quiero. Levanto la mano y digo adios. El hace lo mismo. Instantes despues, con la frialdad que el me ha ensenado, me doy la vuelta, me monto en la moto y, tras arrancarla, me marcho sin mirar atras.

Esa noche no duermo. Solo miro al vacio y espero que el despertador suene.

39

Cuando llego a Madrid, nadie sabe de mi llegada. Nadie me recibe. No he llamado a nadie. Contrato una furgoneta en el aeropuerto y meto todas mis cajas en ella. Cuando salgo de la T-4 intento sonreir. ?Vuelvo a estar en Madrid!

Pongo la radio, y las voces de Andy y Lucas cantan:

Te entregare un cielo lleno de estrellas, intentare darte una vida entera

en la que tu seas tan feliz, muy cerquita estes de mi.

Quiero que sepas..., lelelele.

Intento cantar, pero mi voz esta apagada. No puedo hacerlo. Simplemente soy incapaz. Cuando llego a mi barrio, la alegria me inunda, aunque luego, cuando tengo que ocuparme de las veinte cajas yo solita, la alegria se convierte en mala leche. ?He metido piedras?

Una vez que acabo, cierro la puerta de mi casa y me siento en el sofa. De vuelta en el hogar. Levanto el telefono decidida a llamar a mi hermana. Al final, lo cuelgo. No me apetece dar explicaciones todavia, y mi hermana sera un hueso duro de roer. Enchufo el frigorifico y bajo a comprar algo de comida al Mercadona. Cuando regreso y coloco lo que he comprado, la soledad me come. Me carcome.

Tengo que llamar a mi hermana y a mi padre.

Lo pienso, lo pienso, lo pienso. Al final decido comenzar por mi hermana y, como era de esperar, a los diez minutos de colgar la tengo en la puerta de mi casa. Cuando abre con su llave, estoy sentada en el sofa y, al verme, murmura:

—Cuchuuuuuu, pero ?que te ha pasado, carino?

Ver a mi hermana, su embarazo y su mirada es el colmo de todo, y cuando me abraza lloro, lloro y lloro. Me tiro llorando dos horas en las que ella me acuna y me dice una y otra vez que no me preocupe por nada. Que haga lo que haga estara bien. Cuando me tranquilizo, la miro y pregunto:

—?Donde esta Luz?

—En casa de su amiga. No le he dicho que estas aqui o ya sabes...

Eso me hace sonreir y murmuro:

—No le digas nada. Manana me quiero ir a Jerez a ver a papa. Cuando regrese la visitare, ?vale?

—Vale.

Con mimo le paso la mano por su abultada barriga, y antes de que yo pueda decir nada, suelta:

—Jesus y yo nos estamos separando.

Sorprendida, la miro. ?He oido bien? Y con una frialdad que no sabia que existia en mi hermana, me explica:

—Le dije a papa y a Eric que no te dijeran nada por no preocuparte. Pero ahora que estas aqui, creo que lo tienes que saber.

—??Eric?!

—Si, cuchu..., y...

—?Eric lo sabia? —grito, descolocada.

Mi hermana, que no entiende nada, me toma las manos y murmura:

—Si, carino. Pero le prohibi que te lo contara. No vayas a enfadarte con el por eso.

No doy credito. ?No doy credito!

El se enfada conmigo porque le oculto cosas cuando el me las esconde tambien, ?increible?

Cierro los ojos. Intento tranquilizarme. Mi hermana tiene un problemon, e intentando olvidarme de Eric y nuestros problemas, pregunto:

—Pero... Pero ?que ha pasado?

—Me la estaba pegando con medio Madrid —afirma tan fresca—. Ya te lo dije hace tiempo, aunque no me creyeras.

Durante horas hablamos. Esta noticia me ha dejado totalmente noqueada. No me esperaba esa traicion por parte del tonto de mi cunado. ?Para que te fies de los tontos...! Pero lo que me tiene totalmente sin palabras es mi hermana. Ella, que es tan llorona, de pronto esta centrada y tranquila. ?Sera el embarazo?

—?Y Luz? ?Como lo lleva ella?

Mueve la cabeza con resignacion.

—Bien. Ella lo lleva bien. Se disgusto mucho cuando le dije que me iba a separar de su padre, pero, desde que Jesus se fue hace mes y medio de casa, la veo feliz y me lo demuestra todos los dias cuando la veo sonreir.

Hablamos, hablamos y hablamos, y tras comprobar por mi misma lo fuerte que es mi hermana y, en especial, que esta bien a pesar del disgusto y el embarazo, pregunto:

—?Mi coche esta en el parking?

—Si, cielo. Funciona de maravilla. Lo he estado utilizando yo estos meses.

Asiento. Me retiro el pelo de la cara, y entonces, susurra:

—No me cuentes lo que ha pasado con Eric. No quiero saberlo. Yo solo necesito saber que tu estas bien.

Agradezco que diga eso y, mirandola, afirmo como puedo:

—Lo estoy, Raquel. Estoy bien.

Nos volvemos a abrazar y me siento en casa. Cuando esa noche se va y me quedo sola por fin puedo respirar. Me he desahogado. He llorado como deseaba y me siento mucho mejor. Aunque estoy mas enfadada con Eric. ?Como ha podido ocultarme algo asi?

Decido no llamar a mi padre. Voy a sorprenderlo. A las siete de la manana me levanto y voy al garaje. Miro a mi Leoncito y sonrio. ?Que bonito es! Tras meterme en el arranco y pongo direccion a Jerez. En el camino, tengo momentitos para todo. Para la risa. Para el llanto. Para cantar o para maldecir y acordarme de todos los antepasados de Eric.

Al llegar a Jerez voy directa al taller de papa. Cuando aparco el coche en la puerta lo veo hablando con dos amigos suyos y, de pronto, al verme, se paraliza. Sonrie, y corre hacia mi para abrazarme. Su abrazo candoroso me hace saber que me va a mimar y, cuando nos separamos, mira alrededor y pregunta:

—?Donde esta Eric?

No contesto. Los ojos se me llenan de lagrimas y al ver mi gesto susurra:

—?Oh, morenita! ?Que ha pasado, mi vida?

Conteniendo el llanto, lo vuelvo a abrazar. Necesito los mimos de mi papi.