Pideme lo que quieras, ahora y siempre, стр. 62

Grito de excitacion mientras Dexter entra y saca aquello con celeridad de mi interior. Pero yo quiero mas. Necesito mas, y cuando ademas del consolador posa el vibrador en mi hinchado clitoris como un maestro, me hace gritar. Con pericia, mientras Eric me sujeta las piernas, Dexter aleja y acerca el vibrador al punto exacto de mi placer, y como si de latigazos se tratara, convulsiono, jadeo y le escucho decir:

—Diosa..., correte ahorita mismo para nosotros.

—Si... —grito, enloquecida.

Con su dedo toca mi hinchado clitoris y chillo. Estoy humeda, tremendamente humeda, y sorprendiendole le pido:

—Dexter..., chupame, por favor.

Mi ruego le activa. Eric se echa hacia adelante para facilitar la accion a su amigo, que instantes despues posa su boca sobre mi humedad. Enloquecida, vuelvo a estar sobre su boca. Dexter chupa, lame, rodea y estimula mi vulva hasta llegar al clitoris. Es tocarlo, y yo jadear. Es tirar de el con los labios, y yo gemir. Me vuelve loca, y cuando me corro en su boca, murmura:

—Eres exquisita.

Agotada, sonrio cuando Eric me agarra con fuerza, me pone a cuatro patas sobre la cama y, con brusquedad y sin hablar, me penetra.

Superexcitado por lo que ha visto, enloquecido, se mete en mi, mientras yo, desgarrada, me abro y lo recibo gustosa. Una, dos, tres..., mil veces profundiza, en tanto me agarra por la cintura y, desde atras, me penetra sin compasion. Un azote, dos, tres. Grito. Me agarra del pelo, tira de el hacia atras y sisea:

—Arquea las caderas.

Hago lo que me pide.

—Mas —exige en mi oido.

Me siento como una yegua montada mientras Eric me empala una y otra vez ante la atenta mirada de Dexter. De pronto, Eric se para, saca la joya de mi ano y mete su ereccion. Caigo sobre la cama y jadeo agarrandome a las sabanas. Sin lubricante cuesta..., duele..., pero ese dolor me gusta. Me incita a pedir mas. Eric me aprieta contra el, me vuele a dar otro azote y pide:

—Muevete, Jud... Muevete.

Me muevo. Sus acometidas son devastadoras. Enardecidas. Sexuales. Me empalo una y otra vez en el, hasta que Eric me coge por la cintura y me da tal estocada que me hace gritar mientras un orgasmo asolador nos enloquece a los dos.

Agotados por lo que acabamos de hacer, Dexter nos observa desde su silla. Disfruta. Le gusta lo que ve. Eric propone darnos una ducha y, cuando estamos solos, pregunta con mimo:

—?Todo bien, pequena?

—Si.

Me encanta que siempre se preocupe por mi en cuanto estamos solos. El agua resbala por nuestros cuerpos y reimos. Le pregunto a Eric por que Dexter esta en silla de ruedas y me comenta que fue a raiz de un accidente con su parapente. Eso me apena. Es tan joven... Pero Eric, exigente, me besa. No quiere hablar de eso y me hace regresar a la realidad cuando introduce de nuevo la joya en mi culo. Cuando salimos del bano, Dexter sigue donde lo hemos dejado, con el vibrador en la mano. Lo esta oliendo y, cuando me ve, comenta:

—Me encanta el olor a sexo.

Sus ojos me indican lo mucho que me desea, y sin pensarlo, acerco mi cara a la suya y murmuro al recordar una palabra de «Locura esmeralda».

—Ahora me vas a coger tu, Dexter.

Eric me mira, sorprendido. Dexter me mira, boquiabierto. ?De que hablo?

Ninguno de los dos entiende lo que digo. A Dexter no le funciona su aparatito. ?Como lo va a hacer? Tras explicarle a Eric mi proposito, sonrie. Con su ayuda, sentamos a Dexter en una silla sin brazos, y le atamos uno de los penes vibratorios con arnes a la cintura. Divertido, Dexter mira el pene que ha quedado erecto ante el y se mofa.

—?Dios, cuanto tiempo sin verme asi!

Sin mas, beso a Eric. Mi culo queda a la altura de Dexter, y Eric me abre las cachas y le tienta para que mueva mi joya anal. Lo hace. Dexter entra en el juego y me pellizca las nalgas para enrojecermelas. Eric me besa, y susurra en mi boca:

—Me vuelves loco, carino.

Sonrio. Eric sonrie. Mira a su amigo y le pide:

—Dexter, ofreceme a mi mujer.

El hombre me coge de la mano, me sienta sobre el y me abre las piernas. Toca con su mano mi joya y murmura en mi oreja:

—Diosa..., eres caliente. Me encanta tu entrega.

Sonrio, y cuando la boca de Eric se posa en mi vagina, me contraigo. Dexter me sujeta, y yo me muevo mientras jadeo y grito por las maravillosas cosas que mi amor me hace. Pero dispuesta a calentarlos aun mas a los dos, susurro:

—Si... Ahi... Sigue... Sigue... Mas... ?Oh, si!... Me gusta... Si...Si.

Eric toca con su lengua mi clitoris una y otra vez. Lo rodea, lo coge con sus labios y tira de el, mientras Dexter me ofrece y toca mis pechos. Con la punta de sus dedos los endurece, los pellizca. Mi Iceman se ocupa de mi vagina y de arrancarme locos gemidos de placer. La respiracion de Dexter se acelera por momentos, y cuando Eric me coge en volandas y me penetra, los tres jadeamos. Mi amor me apoya contra la pared para hundirse en mi una y otra vez con fuerza, hasta que los dos finalmente nos corremos. Gustosa y altamente excitada, miro a Dexter, que esta acalorado. Y acercandome a el, musito:

—Ahora tu.

A horcajadas me siento sobre el y me introduzco el pene del arnes. Le doy al mando a distancia, y este vibra. Sonrio. Dexter sonrie. Como una diosa del cine porno, me muevo una y otra vez en busca de mi propio disfrute, mientras me restriego contra el y mis pechos bambolean y le tientan cerca de su boca. Dexter, con sus manos, me sujeta la cintura y comienza a bailar al mismo son que yo. Con fuerza me empala una y otra vez en el arnes mientras yo chillo gustosa y enloquecida por la dureza de eso.

Eric, pendiente de nosotros, esta a nuestro lado. No dice nada. Solo nos observa mientras Dexter con fuerza me agarra y me clava una y otra vez en el. Deseosa y excitada, grito:

—Asi... Cogeme asi... ?Oh, si!

Mi vagina esta totalmente abierta alrededor del arnes y jadeo, mirandole a los ojos.

—Vamos, Dexter, demuestrame cuanto me deseas.

Mis palabras le avivan. Su deseo crece y siento que se le nubla la mente. Dexter, acalorado, me empala sobre el arnes. Lo disfruta. Lo veo en sus ojos. El aire escapa de su boca.

—No te detengas... ?No pares! —grito.

Dexter no podria haberse detenido aunque lo hubiera querido, y cuando me aprieta una ultima vez contra el arnes y suelta un grunido de satisfaccion, se que he conseguido mi objetivo. Dexter ha disfrutado tanto como Eric y como yo.

32

Una tarde en la que Flyn y yo patinamos en el garaje cogidos de la mano, de pronto, la puerta mecanica comienza a abrirse. Eric llega antes de su hora. Los dos nos quedamos paralizados.

?Menuda pillada, y menuda bronca que nos va a caer!

Rapidamente, reacciono, tiro del muchacho y salimos del garaje. Pero Eric nos pisa los talones y no se que hacer. No nos da tiempo a quitarnos los patines ni a llegar a ningun sitio.

Como una loca, abro la puerta que lleva a la piscina cubierta. El nino me mira, y yo pregunto:

—?Bronca, o piscina?

No hay nada que pensar. Vestidos y con patines nos tiramos a la piscina. Segun sacamos nuestras cabezas del agua, la puerta se abre, y Eric nos mira. Con disimulo, los dos nos apoyamos en el borde de la piscina. Nuestros pies con los patines sumergidos no se ven.

Asombrado, Eric se acerca hasta nosotros y pregunta:

—?Desde cuando uno se mete en la piscina con ropa?

Flyn y yo nos miramos, reimos, y respondo:

—Ha sido una apuesta. Hemos jugado a la Play, y el perdedor lo tenia que hacer.

—?Y por que estais los dos en el agua? —insiste, divertido, Eric.

—Porque Jud es una tramposa —se queja Flyn—. Y como yo la he ganado, cuando se ha tirado ella, me ha tirado a mi.