Pideme lo que quieras, ahora y siempre, стр. 17

Salir del salon es para mi, y en especial para mis oidos, un descanso.

Cuando llegamos a la cocina veo a una mujer cocinando y nos saluda. Marta me la presenta como Cristel, y cuando esta regresa a sus quehaceres, pregunta:

—?Que te apetece tomar?

—Coca-cola.

Marta abre la nevera y coge dos cocas. Despues me hace un movimiento con la cabeza y la sigo hasta un bonito comedor que hay junto a la cocina. Nos sentamos a la mesa y a traves de la cristalera observo que Sonia, abrigada, esta fuera de la casa hablando por telefono. Al vernos sonrie, y Marta murmura:

—Mama y sus novios.

Eso me sorprende. Pero ?Sonia no esta casada con el padre de Marta?

Y cuando mi curiosidad esta a punto de explotar, Marta da un trago a su coca-cola y me aclara:

—Mi padre y ella se divorciaron cuando yo tenia ocho anos. Y aunque adoro a mi padre, soy consciente de que es un hombre muy aburrido. Mama esta tan llena de vitalidad que necesita otro tipo de vida loca. —Asiento como una boba, y ella, divertida, cuchichea—: Mirala, es como una quinceanera cuando habla con alguno de sus novietes por telefono.

Me fijo en Sonia y soy consciente de que lo que dice Marta es cierto. En este momento, Sonia cierra su movil y da un saltito de emocion. Luego, abre la cristalera y, al entrar y ver que estamos solas, nos comunica mientras se quita el abrigo:

—Chicas..., me acaban de invitar a Suiza. He dicho que si y me voy manana.

Su efusividad me hace sonreir.

—?Con quien, mama? —pregunta Marta.

Sonia se sienta junto a nosotras y en plan confidente murmura, emocionada:

—Con el guapisimo Trevor Gerver.

—??Trevor Gerver?! —gesticula Marta, y Sonia asiente.

—?Aja, mi nina!

—?Vaya, mama! Trevor es todo un bombonazo.

Ahuecandose el pelo, Sonia nos explica:

—Hija, ya te dije yo que ese hombre me mira las piernas mas de la cuenta cuando hacemos el curso. Es mas, el dia en que salte con el en paracaidas, note que...

—?Saltaste en paracaidas? —pregunto con la boca abierta.

Madre e hija me ordenan callar con gestos y, finalmente, Marta me avisa:

—De esto ni una palabra a mi hermano o nos la monta, ?vale?

Asombrada, hago un gesto de asentimiento con la cabeza. Ese deporte de riesgo a Eric no le tiene que hacer ninguna gracia.

—Si se entera mi hijo de que ambas hacemos ese curso no habra quien lo aguante —me informa Sonia—. Es muy estricto con la seguridad desde que ocurrio el fatal accidente de mi preciosa Hannah.

—Lo se..., lo se... Yo hago motocross y el dia en que me vio hacerlo casi...

—?Haces motocross? —pregunta Marta, sorprendida.

Asiento, y Marta aplaude.

—?Uisss...! —interviene Sonia—, pero si eso lo hacia tambien mi hija con Jurgen, su primo. ?Y mi hijo no ha montado en colera al saberlo?

—Si —respondo, sonriendo—, pero ya le ha quedado claro que el motocross es parte de mi y no puede hacer nada.

Marta y su madre sonrien.

—En el garaje tengo todavia la moto de Hannah —apunta Sonia—. Cuando quieras te la llevas. Al menos tu la utilizaras.

—?Mama! —protesta Marta—, ?quieres enfadar a Eric?

Sonia suspira, despues mueve la cabeza y, mirando a su hija, contesta:

—A Eric se le enfada solo con mirarlo, carino.

—Tambien tienes razon —se mofa Marta.

—Y aunque se empene en querer que vivamos en una burbujita de cristal para que nada nos pase —prosigue Sonia—, debe entender que la vida es para disfrutarla y que no por ir en moto o tirarte en paracaidas te tiene que pasar algo horrible. Si Hannah viviera, seria lo que le diria. Por lo tanto, carino —insiste, mirandome—, si tu quieres la moto, tuya es.

—Gracias. Lo tendre en cuenta —sonrio, encantada.

Al final, las tres nos reimos. Esta claro que Eric con nosotras a su lado nunca tendra tranquilidad.

Entre risas y confidencias me entero de que el mencionado Trevor es el dueno de la escuela de paracaidismo que esta a las afueras de Munich. Eso llama poderosamente mi atencion. Me encantaria hacer un curso de caida libre. Pero de pronto, mientras las escucho hablar sobre aquel viaje a Suiza, me doy cuenta de que en dos dias ?es Nochevieja! E incapaz de callar, pregunto:

—?Regresaras para Nochevieja?

Ambas me miran, y Sonia responde:

—No, cielo. La pasare en Suiza con Trevor.

—?Eric y Flyn la pasaran solos? —inquiero, pestaneando boquiabierta.

Las dos asienten.

—Si —me aclara Marta—. Yo tengo planes y mama tambien.

Mi cara debe de ser un poema porque Sonia se ve obligada a decir:

—Desde que murio mi hija Hannah, esa noche dejo de ser especial para todos, sobre todo para mi. Eric lo entiende y es el quien se queda con Flyn. —Y cambiando rapidamente de tema, cuchichea—: ?Oh, Marta, ?que me llevo a Suiza?!

Durante un rato las sigo escuchando mientras pienso que mi padre nunca en la vida, ni por el mas remoto pensamiento, nos dejaria solas a mi hermana o a mi con mi sobrina en una noche tan especial. Una gracia de Marta, de pronto, me hace sonreir, y nuestra conversacion se corta cuando aparece Eric con el pequeno de la mano.

El, que no es tonto, nos mira a las tres. Esta claro que hablabamos de algo que no queremos que sepa, y Marta, para disimular, se levanta a saludarlo justo en el momento en que Sonia me mira y murmura:

—Ni una palabra de lo aqui hablado a mi siempre enfadado hijo. Guardanos el secreto, ?vale, cielo?

Contesto con una senal afirmativa casi imperceptible mientras observo que Eric sonrie ante algo que Flyn le acaba de decir.

Veinte minutos despues, los cinco, reunidos alrededor de la mesa del comedor, degustamos una rica comida alemana. Todo esta buenisimo.

A las tres y media, estamos todos sentados en el salon charlando cuando veo que Eric mira el reloj, se levanta, se acerca y, agachandose a mi lado, dice clavando sus impresionantes ojos azules en mi:

—Carino, tengo que estar dentro de una hora en el polideportivo de Oberfohring. No se si el baloncesto te gusta, pero me alegraria que te vinieras conmigo y vieras el partido.

Su voz, su cercania y la forma de decir «carino» hacen levantar el vuelo a las miles de maripositas que habitan en mi interior. Deseo besarlo. Deseo que me bese. Pero no es el mejor lugar para desatar toda la pasion contenida. Eric, sin necesidad de que yo hable, sabe lo que pienso. Lo intuye. Al final, asiento, encantada, y el sonrie.

—Yo tambien quiero ir —oigo que dice Flyn.

Eric deja de mirarme. Nuestro momento se ha roto, y presta atencion al pequeno.

—Por supuesto. Ponte el abrigo.

10

Quince minutos despues, los tres en el Mitsubishi de Eric nos dirigimos hacia el polideportivo de Oberfohring. Cuando llegamos y Eric para el motor del coche, Flyn sale escopetado y desaparece. Yo miro inquieta a Eric, pero este dice, cogiendo su bolsa de deporte:

—No te preocupes. Flyn conoce el polideportivo muy bien.

Un poco mas tranquila, le pregunto mientras caminamos:

—?Te has dado cuenta de como me mira tu sobrino?

—?Recuerdas como me miraba al principio tu sobrina? —responde Eric. Eso me hace sonreir, y el anade—: Flyn es un nino. Solo tienes que ganartelo como yo me gane a Luz.

—Vale..., tienes razon. Pero no se por que me da que tu sobrino es como su tio, ?un hueso duro de roer!

Eric suelta una carcajada. Se para, me mira y, acercandose a mi, se agacha para estar a mi altura y murmura:

—Si no estuviera castigado, en este mismo instante te besaria. Pondria mi boca sobre la tuya y te devoraria los labios con autentico deleite. Despues te meteria en el coche, te arrancaria la ropa y te haria el amor con verdadera devocion. Pero, para mi desgracia, me tienes castigado y sin ninguna probabilidad de hacer nada de lo que deseo.